Qué acertado leer en esta fecha, en la que recientemente hemos pasado el final de un año, una novela como “Los carrillones”. Todo transcurre en los días previos a la conclusión del mes de diciembre, y gira en torno a unas campanas; unos carrillones.
La editorial Barataria nos trae esta pequeña composición en un momento en el que los escritos menos conocidos de autores consagrados han caído en el olvido. Su ficción recuerda a aquellas novelas cortas que con frecuencia han sido intercaladas por grandes literatos en las páginas de sus obras maestras, (buen ejemplo de ello son las historias paralelas incluidas en “El Quijote”). Es un auténtico placer ver como aún siguen rescatándose creaciones de tal calidad, y apareciendo en los catálogos de novedades.
“Los carrillones” es escrito en un periodo histórico en el que el fin de la tradicional organización estamental era una realidad, pero el surgimiento de nuevas clases sociales acomodadas, que contribuyeron a dar continuidad al estatus de los privilegiados, es repercutido en la literatura, como es el caso de la presente de Dickens, con un exacerbado reproche reivindicativo por un mundo más justo, en el que la severa angustia manifestada recuerda al ánimo del ya pasado romanticismo inglés.
La literatura directa y clara de Charles Dickens, mucho más clara que otros clásicos europeos coetáneos suyos, hacen de la novela un relato casi contemporáneo, aunque conservando ese sabor a clásico que tiene el idilio literario. Es precisamente ese galanteo natural el que queda camuflado por la picaresca de los personajes, logrando una curiosa combinación de géneros; una mezcla poco habitual que consigue dar a la oscuridad que suele reflejar la malicia de los protagonistas, la luminosidad del relato pastoril; toda una demostración de buen gusto.
Además de los principales rasgos de los géneros antes citados, que condicionan la narración de la novela, hay, precisamente en su prosa, algo que contradice su condición natural. Y es qué, más que una narración, en ocasiones parece teatro. Sus constantes diálogos que parecen declamaciones, convierten a Toby Veck y su familia, protagonistas de la obra, en auténticos interpretes en lo alto de un escenario.
Es por tanto, “Los carrillones”, un libro ideal para aquellos lectores que busquen una bonita historia que leer, acompañada por la gran literatura de uno de los autores más destacados de la novela inglesa.
